HISTORIA.

   

Ignacio Gómez Millán

1900-1978

Fundador de la Asociación de Ejercitantes 

de Ntra. Sra. del Rocío

 Breve semblanza de

D. Ignacio Gómez Millán.

 

            Don Ignacio Gómez Millán, a pesar de pertenecer a una ilustre familia de la burguesía sevillana, fue una persona llena de humildad y a lo largo de toda su vida desarrolló una importantísima labor social y evangelizadora en los paupérrimos corrales de vecinos de Sevilla y –fundamentalmente- de su queridísima Triana, donde se le sigue venerando por quienes llegaron a tener la fortuna de conocerle.

 

            Ignacio fue el último de los doce hijos de don José Gómez Otero, afamado arquitecto del regionalismo sevillano del primer tercio del siglo XX,  y hermano, a su vez, de los reconocidos arquitectos don José, don Antonio y don Aurelio Gómez Millán; asimismo estuvo emparentado con don Aníbal González por el casamiento de éste con su hermana Ana. De su madre doña María Gracia Millán, aprendió desde muy pequeño la devoción por el Santísimo Sacramento y, sobre todo, a ejercer de singular manera la virtud de la Caridad. También por su influencia, fue muy devoto de la Virgen del Amparo de la Hermandad radicada en la Parroquia de la Magdalena, imagen que se mantuvo escondida en su casa de calle San Pablo durante los difíciles meses del Frente Popular. Muchacho corriente de finísimo humor y esmerada educación, se licenció en Farmacia siendo Gerente de la de don Manuel Fontán en la plaza de San Francisco y comprando con posterioridad, junto con don Juan Fernández Jerez, la llamada Farmacia del Correo, sita en Sierpes 31, desde donde inicia una ingente labor caritativa implicando con su entusiasmo a sus propios empleados.

 

            Tras la realización en 1931 de unos Ejercicios Espirituales con el padre Laburi, toma conciencia de los problemas sociales y religiosos de aquélla época y, en 1933, una vez prohibida por el Gobierno republicano la enseñanza religiosa en las Escuelas Públicas, funda en unos locales de calle San Jacinto 106, propiedad de los Fernández  Palacios, las “Escuelas del Rocío” junto a su cuñada doña Amparo Herrera, un grupo de hermanos del Cachorro y con el asesoramiento del ilustre pedagogo de La Palma del Condado, don Manuel Siurot.

 

            Aparte de ayudas económicas a las familias, crea colonias de verano llevándose a “sus niños” al Sanatorio de San Carlos en Chipiona, donde, además de las vacaciones, la alimentación adecuada y la continuidad en su educación cívico-social, realizan Ejercicios Espirituales para acrecentar su formación religiosa. Las “Escuelas del Rocío” dan por concluso su cometido cuando las circunstancias que provocaron su nacimiento, desaparecen. Sin embargo el afán formativo de don Ignacio hacia sus chicos continúa y, en 1937, crea con algunos de sus antiguos alumnos y otros muchachos –todos por lo general procedentes de clase social muy humilde- la “Asociación de Ejercitantes de Nuestra Señora del Rocío” y, bajo su dirección e importantísima protección económica, organiza actos culturales y charlas sociales y religiosas para proseguir con la actividad formativa de sus “muchachos”, teniendo sus sedes sucesivamente en El Cachorro, el Barrio León y en las calles Calatrava y Antillano Campos, 23.

 

            Fue miembro fundador y Presidente de las Conferencias de San Vicente de Paul de la Parroquia de la O y Hermano Mayor de la Hermandad del Carmen allí radicada. Recorrió incansablemente (lo mismo en los rigores agosteños que en los crudos y húmedos días del invierno, con la permanente amenaza de riadas o bujarretes) los suburbios trianeros de posguerra y años del hambre: desde los Tejares del Moro, del Mellizo o del Rey a los núcleos chabolistas de Los Gordales, Charco de la Pava, Vega de Triana o Vereda de Tablada; desde el barrio Máquina a las barriadas de Laffite o la Dársena. Ayudaba a los conventos en esos tiempos difíciles; pagaba el racionamiento, los alquileres o la electricidad a muchas familias y regalaba ropas, calzado, comida y las medicinas necesarias a quienes no las podían pagar, así como la merienda a gran cantidad de jóvenes que se acercaban para ello a su farmacia. Era continuo su afán por conseguir trabajo para sus antiguos alumnos y/o miembros de las familias a las que socorría y, de forma permanente, visitaba cárceles, albergues, hospitales, corrales de vecinos o infrahumanas chozas para llevar consuelo físico o espiritual a sus moradores. Incluso llegó a involucrarse en actividades empresariales, como la gerencia de la Fábrica de Cerámicas Montalbán, dando allí la oportunidad de formación profesional en ese arte y en el de dibujo a varios de sus muchachos.

 

            Bajo sus expensas, construye en Chipiona una Casa para colonias veraniegas y Ejercicios Espirituales de la Asociación de Ejercitantes; dicha Casa se denominó Villa Ballena, por haberse encontrado en la excavación de sus cimientos el esqueleto de un cetáceo y por ella pasaron miles de jóvenes de ambos sexos y matrimonios con sus hijos para la realización de Tandas de Ejercicios Espirituales y vacaciones; incluso muchas parejas de recién casados disfrutaron su luna de miel en la Casa como regalo de bodas de don Ignacio. Todos testifican haber pasado allí algunos de los días más felices de sus vidas. También costeó numerosos viajes de grupos de personas con escasos recursos económicos a La Granja (Segovia) para la asistencia a la Escuela de Ejercitantes “Por un mundo mejor” y sufragó la asistencia a Cursillos de Cristiandad para su permanente perfeccionamiento cristiano.

 

            A lo largo de su vida recorre España, Países Nórdicos, Japón y Nueva York siempre con la intención de adquirir otra visión social y cultural que inculcar a “sus muchachos”. En 1995 la Asociación editó, para allegar fondos a su Asistencia Social, un “Diario de mi viajes por Europa” en el que narraba sus experiencias viajeras entre Agosto y Septiembre de 1959 y en el que, además de la descripción de lo que iba viendo, deja traslucir su ánimo educador y su entrañable personalidad. Del librito podemos entresacar estas frases:

 

            -“… Es mi deber advertir, por si alguien leyese estas líneas, que ellas están influenciadas por un estado de ánimo apasionado, tristemente herido por 50 años vividos en presencia de una intolerables injusticia social”.

 

            Le habían impresionado los Altos Hornos de Bilbao y el contraste con una zona residencial contigua y, de vuelta a Madrid, escribe:

           

            -“Hay un modesto compañero (en el tren) que blasfema. Tal vez el estado de humillación que en España sufre la clase humilde, sea el castigo a esta costumbre de blasfemar con los labios mientras las clases de orden blasfeman con el corazón…”

 

            Estas palabras escritas en el contexto histórico-social de 1959 por alguien perteneciente a la burguesía sevillana dejan claramente sentada su personalidad y su forma de entender la Caridad y el Evangelio.

 

            Por sus extraordinarias dotes como dibujante diseña para las cofradías sevillanas importantes obras, muchas de las cuales aún permanecen, como los palios de las Vírgenes de la Palma, Desamparados, Regla y Angustias, mantos para Regla, Angustias, Virgen del Castillo de Lebrija o Virgen de Regla de Chipiona y, en colaboración con el taller de José Caro, otras obras menores como numerosos Simpecados, Estandartes, etc. Entre sus obras destacan por su belleza, la famosa saya de los volantes de la Esperanza Macarena y el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Triana. Curiosamente, al ser éste restaurado en 1984, apareció en el buche de la Paloma un texto manuscrito de don Ignacio que decía:

 

            -“Afortunado que en días lejanos encuentres este papel; recuérdate de todos y, si ya somos muertos, reza una oración por nuestras almas”.

 

            En 1963 aquellos muchachos, que en su mayoría ya habían contraído matrimonio, fundan –a instancia suya- la rama de Padres de Familia de la Asociación de Ejercitantes, prosiguiendo la labor de caridad y formación religiosa que don Ignacio les había impreso, quedando él como Consiliario perpetuo de la misma.

 

            Adelantándose a los tiempos –una vez más- y viendo que el testigo de su labor educativa-religiosa con los chicos ya había podido ser recogido por los colegios y que sus primeros muchachos ya eran capaces de caminar por sí solos, decidió en 1972, dedicarse a los más desvalidos de la sociedad, en este caso los ancianos y, vendiendo una parte de Villa Ballena, construyó a sus expensas una Residencia de Ancianos en Palomares del Río que, a su muerte, donó a Cáritas Diocesana. El Ayuntamiento de la localidad, como merecido premio en vida, rotuló una calle con el nombre de San Ignacio (él, con su característica humildad, se hubiera negado a que se le diera su nombre) pero, tras su muerte, paso –con entera justicia- a denominarse como calle don Ignacio Gómez Millán.

 

            Un numeroso grupo de “sus niños” le veló por parejas, durante todas las noches de última enfermedad, en la Cruz Roja de Capuchinos hasta su muerte acaecida el 18 de Mayo de 1978 por lo que ahora se cumple su XXIX aniversario. Sus restos, a instancia de la Asociación de Ejercitantes de Ntra. Sra. del Rocío, reposan en la Parroquia de Ntra. Sra. de la O desde el 18 de Mayo de 1994. Al igual que en Palomares del Río, el Ayuntamiento de Sevilla, en sesión plenaria del 16 de Agosto de 1983 y a petición de la Asociación y con cientos de firmas de trianeros, acordó rotular con el nombre de don Ignacio Gómez Millán a un adarve del barrio donde curiosamente se instaló después el Instituto Municipal de la Juventud.

 

            Con absoluta certeza, habrá escuchado del Señor:

 

            -“Ven bendito de Mi Padre porque tuve hambre y me diste de comer…”.

 

            Su vida y su hacienda las puso en manos del necesitado y por eso se le llamó en su Triana querida,

 

APÓSTOL DE LA FE

Y

CIRINEO DE LOS POBRES.

 

            De quienes tuvieron la fortuna de convivir con él ya quedan pocos y mucho nos tememos que pueda perderse su memoria aunque, desde luego, no su obra. Entre las personalidades que conocieron bien su quehacer, perdimos al Obispo de Coria-Cáceres don Jesús Domínguez, al también Obispo de Jerez-Sidonia don Rafael Bellido Caro, al recordado cura párroco de la O, don Pedro Ramos Lagares que regentó la Parroquia durante 34 años, a don José María González Ruiz, cura ecónomo de la O y posterior Canónigo Magistral de Málaga, uno de los mejores Escrituristas y Teólogos de la España pos-Conciliar, al eminente Fray Serafín de Ausejo, asesor de Sagradas Escrituras en el Concilio Vaticano II, a don José María Piñero Carrión, a y a don Miguel Artillo, Canónigo de nuestra Catedral y uno de los que fueron sus alumnos en las Escuelas del Rocío.

 

            También perdimos a Fray Juan Bautista de la Orden Capuchina y al inolvidable don Leonardo Castillo, tan vinculado a Cáritas y a la Parroquia de la O. Nos quedan aún –y quiera Dios que por muchos años- como testigos vivos de su labor, los Canónigos don Francisco Gil Delgado o don Manuel Garrido Orta, éste último actual Director Espiritual de la Asociación, quienes, en su calidad de sacerdotes, fueron y van  Tandas de Ejercicios Espirituales a Chipiona, Rota o Mazagón, así como el sacerdote y doctor en Historia de la Iglesia don Manuel Martín Riego y otros sacerdotes como don Rafael Zambrano, don Francisco Martín, don Manuel Bovillo, don Manuel Franco, don Ángel Rey, etc. También conocieron su obra personalidades del mundo cultural como el poeta y escritor don Manuel Lauriño Cobos o el pintor Juan Antonio Rodríguez.

 

            Por supuesto que pueden constatarse datos en los archivos de los Talleres de Caro, Bordadores del Convento de Santa Isabel, talleres de Orfebrería de Jesús Domínguez, Manuel Seco Velasco, Juan Fernández, Archivos Parroquiales de la O y de las Hermandades del Cachorro, Macarena, Gitanos, Panaderos, Buen Fin, San Esteban, Virgen del Castillo de Lebrija, Virgen de Regla de Chipiona, Amparo de la Magdalena, El Carmen de la O, etc.

 

            Asimismo sirvieron de divulgación de su vida y obra diversos reportajes periodísticos en el diario “ABC” de Sevilla como los de 3-8-93, 19-5-94, 31-7-94 o el magnífico dedicado por don Francisco Gil Delgado  de 22 de mayo del 94, o Cartas al Director como la de 5-8-94 de “ABC” o la del 17-5-99 en el Correo de Andalucía, así como diversos artículos en ”Diario de Sevilla” como los dedicados en 23-7-03 o 6-9-03 por el prestigioso periodista don Nicolás Salas. También referencias y artículos en diversas obras sobre Historia de la Iglesia de Sevilla y Personajes Sevillanos.

 

            La propia Asociación de Ejercitantes de Ntra. Sra. del Rocío ha seguido su existencia en los Centros de Alvar Núñez, Convento de Capuchinos y por último en calle Azafrán, 27, organizando anualmente Tandas de Ejercicios Espirituales y descanso para los matrimonios asociados y familias en la Casa de Ejercicios Stella Maris de Mazagón, realizando una importante obra social como don Ignacio enseñó.

 

            Resquiéscat in pace. Amén.

 

A.M.G.D.